10 de enero de 2011

Sobre series y finales


Acostumbrados a series inconclusas, series que modifican sus guiones por exigencias de productores y audiencias, obsesionadas con el share, y para las que el guión es simplemente un medio de introducir un pie en la parrilla televisiva, aunque luego lo recorten y manoseen a su antojo; encontrarse con una serie conclusa, coherente y completa se agradece. Y eso aunque quizá desearías que no acabara nunca, que la vida de sus personajes siguiera su curso, tal como lo sigue la tuya; que crezcan contigo, que evolucionen y puedas seguirlo viendo. Igual que en el cine; las películas buenas siempre son demasiado cortas, siempre terminan antes de tiempo.

Apoteósico. Ese es el adjetivo perfecto para describir el último capítulo de A dos metros bajo tierra. De principio a fin. En principio porque es normal, porque sucede como cualquier otro capítulo de la serie, y tú piensas – pues sencillamente y sin más, con este se acaba la serie – pero no, de repente (y no quiero destripar nada), con una concatenación de imágenes no lineales se entrelaza un mosaico maravilloso de hechos, sucesos y acontecimientos acerca de todo lo que siempre nos gustaría saber cuando termina una serie y más aún cuando termina una película. Un regalo para el seguidor, un homenaje al devorador ávido de capítulos. Gracias.

Y hablando de cosas maravillosas, hace tiempo leía en el blog de Hernán Casciari, que el último capítulo de Mad Men había, básicamente, dejado al cine por los suelos. Obviamente él no lo expresaba así. Lo que venía a decir era que se acabó la supremacía del cine respecto a la tele; se acabó la televisión como hermano menor, como segundón; ahora el cine está a la altura.

En el párrafo anterior hay dos cosas, sino tres cosas, maravillosas. Una es Mad Men. La otra es el Blog de Hernán Casciari; es tan interesante y está tan bien escrito que me dan ganas de llorar. La tercera es el artículo del blog de Hernán Casciari sobre Man Men. Estas tres cosas además de maravillosas, son imprescindibles.

Y por último, ¿a que no sabéis lo que me han traído los reyes? Esta joyita ilustrada con unos textos audaces e ingeniosos, que por ahora y hasta que me acabe la serie solo puedo leer de refilón, por eso de los espóilers.



A ver si el próximo me traen las barbies y los kens.