15 de julio de 2012

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Es increíble cuanto influye en la percepción de una ciudad el tiempo que haga cuando la visitamos. Hay ciudades que siempre recordaremos grises y oscuras porque nos cayó un diluvio, otras nos disgustarán por el calorazo y otras las amaremos eternamente por una temperatura suave y una luz idónea (y por supuesto por una agradable compañía).
Amberes es una de esas ciudades en las que el tiempo fue factor decisivo para mi apreciación. Además de haberla visitado en Domingo, ¡día oficial de mercadillos!